jueves, 4 de diciembre de 2014

Los medios de comunicación y el control social

Television
1. La estrategia de la distracción


El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las elites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes. La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética. “Mantener la atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales (cita del texto ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.
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Control mental

2. Crear problemas y después ofrecer soluciones


Este método también es llamado “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.
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Te muestro como nos controlan de 10 formas.

3. La estrategia de la gradualidad


Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. Es de esa manera que condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez.

Television

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4. La estrategia de diferir


Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “todo irá mejorar mañana” y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.
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5. Dirigirse al público como criaturas de poca edad


La mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante. ¿Por qué? “Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos de edad (ver “Armas silenciosas para guerras tranquilas”)”.
Te muestro como nos controlan de 10 formas.


Television

6. Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión


Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido crítico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos…
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7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad


Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. “La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposibles de alcanzar para las clases inferiores (ver ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.
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Te muestro como nos controlan de 10 formas.


9. Reforzar la autoculpabilidad


Hacer creer al individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se autodesvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. Y, sin acción, no hay revolución!
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10. Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen

En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídos y utilizados por las elites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el “sistema” ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológicamente. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.

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No necesitamos su educacion.
No necesitamos control del pensamiento.

viernes, 28 de noviembre de 2014

Audiencia y programación: las bandas horarias, la semana, las estaciones


¿Sabías que...?

 ¿Sabías que la hora de máxima audiencia televisiva anual coincide con las diez de la noche de los meses del invierno?. En ese momento se congregan frente al televisor en torno a los veinte millones de televidentes.

Ver la televisión no está determinado por los programas propiamente dichos, a diferencia de lo que habitualmente se cree, sino por las reglas de la vida social. De esta manera, por ejemplo, se consume más la televisión en invierno que en verano, cuando los días son más largos y la gente pasa más tiempo en la calle, o en las noches de los días laborables que las del sábado. De hecho, suele considerarse que el peor enemigo para un programador es... la climatología: cuanto mejor es la meteorología, menos se consume televisión. Un día de invierno se alcanzan de media los 250 minutos día por individuo y uno del mes de agosto apenas se llega a los 150 minutos.

Se pueden distinguir tres grandes estaciones de consumo televisivo:

  • Temporada alta desarrollada entre noviembre y febrero, en la que el consumo medio está sobre los 240 minutos por espectador y día. En estos meses se agruparán las ofertas más atractivas de programación como los largometrajes más populares o las series más ambiciosas. Asimismo, es el momento en que la inversión publicitaria es más elevada.
  • Temporada media que va desde marzo a junio y luego de septiembre y octubre. El consumo medio en estos meses está en torno a los 200 minutos por español y día.
  • Temporada baja que abarca los meses estivales de julio y agosto con vacaciones escolares y mucha gente de vacaciones. Desde la oferta programativa este tiempo se utiliza para las reposiciones y para programas exclusivamente veraniegos como galas y concursos.

¿Sabías que...?

¿Sabías que entre las doce y las doce y media de la noche dejan de ver la televisión más de dos millones de españoles?
En lo que se refiere a las bandas diarias, los programadores parten de que los ciudadanos poseen rutinas semanales y diarias: entre otras costumbres, se levantan a la misma hora de lunes a viernes o dedican el similar tiempo a trabajar o estudiar. Por eso suele dividirse la programación semanal en dos grandes bloques: lo que se oferta de lunes a viernes y lo que se pone el sábado y domingo, a pesar de lo cual hay que indicar que la noche del viernes constituye un periodo de transición entre esos bloques.
  1. Con respecto a las horas del día, Sofres divide la jornada en cinco apartados: 2:30 a 14:00; de 14:00 a 17:00, de 17:00 a 20:30, de 20:30 a 24:00 y de 24:00 a 26:30 (o sea a las 2.30 del día siguiente). Pero para el funcionamiento de la industria, algunas de esas divisiones poseen demasiada heterogeneidad social y programativa, por ello algunas empresas del sector, como GECA,han establecido otra clasificación que, teniendo en cuenta que en cada banda se impone la misma lógica de programación, resulta más operativa. Así podemos distinguir:
  2. Banda despertador desde las 7:30 a las 9:00 –con predominio de programas informativos e infantiles.
  3. Banda matinal entre las 9:00 y hasta 13:00 –informativos, magazines de mujeres.
  4. Banda de acceso al mediodía desde las 13:00 hasta las 15:00.
  5. Mediodía o segundo prime time desde las 15:00 hasta las 16:00 –informativos.
  6. Sobremesa desde 16:00 hasta las 18:00 –mujeres.
  7. Tarde desde las 18:00 hasta las 20:00 –magazines de mujeres o jóvenes.
  8. Acceso a prime time desde las 20:00 hasta las 21:00.
  9. Prime time desde las 21:00 hasta las 24:00.
  10. latenight desde las 00:00 hasta las 2:30 en que se da por cerrada la recogida de datos de Sofres –programas transgresores o de adultos

jueves, 27 de noviembre de 2014

AUDIENCIA Y PROGRAMACION. PERFILES DE TELESPECTADORES.

 

En la industria televisiva norteamericana suele decirse que los programas son el corazón de la emisora, las ventas los músculos y el conocimiento de los comportamientos de la audiencia el sistema nervioso que permite el funcionamiento de todo el sistema. No parece que pueda dudarse de lo acertado de la afirmación anterior si se considera que el negocio televisivo supone en España un cantidad en torno a los 3000 millones de euros al año y necesita obligatoriamente una manera de conocer las respuestas de los telespectadores a los estímulos que son los programas.
El conocimiento de los gustos de la audiencia se realiza a partir de los resultados que proporciona una muestra de espectadores cuya composición reproduce fielmente las características sociales y demográficas del conjunto de la población. Las estimaciones de audiencia en todos los países son realizadas por empresas ajenas al propio servicio televisivo; en España lo hace, desde primeros de la década de los noventa, la empresa SOFRES Audiencia de Medios. Los interesados, fundamentalmente emisoras televisivas, productoras o centrales y agencias publicitarias, se subscriben y pagan los datos que necesiten conocer

El diseño de la muestra para estudiar la audiencia atiende a variables como la edad, el sexo, el hábitat, la clase social, el tamaño del hogar y a otras como el número de niños en el hogar o el número de televisores o vídeos. En España, el diseño se realiza a partir de la división territorial que establecen las televisiones autonómicas englobando a las otras comunidades en el epígrafe ‘resto de España’. En total la muestra abarca a 3105 hogares de toda España en los que viven un total de 10.029 individuos.
En todos esos hogares, que los expertos consideran suficientes para proporcionar datos muy fiables del comportamiento del conjunto de la audiencia, se coloca un audímetro. Éste es un aparato que se conecta al televisor y recoge los cambios de canal y las personas que en cada momento están frente el televisor. Las informaciones del consumo televisivo diario las almacena en su memoria y las envía a un ordenador  central por vía telefónica en la madrugada. Con la datos de los 3105 audímetros se preparan los datos generales que están disponibles a la siguiente mañana.
Por las estimaciones de audiencia conocemos muchos datos como el rating- audiencia o la cuota-share de una emisora o de un programa (véase glosario); o que el consumo televisivo no se produce por igual en los distintos sectores sociodemográfico. Y con informaciones de este tipo se pueden reconstruir los perfiles de los públicos televisivos en España.
Sobre la base del consumo medio de 208 minutos diarios por español y día encontramos que el consumo de televisión aumenta con la edad: las personas mayores entre 45 a 64 años ven 241 minutos y los que tienen más de 65 años llegan a ver hasta 300 minutos diarios. Sin embargo los niños de 4 a 12 años, los jóvenes de 13 a 24 y los adultos de 25 a 44 años ven mucha menos televisión, respectivamente 143, 150 y 188 minutos diarios por individuo.
Se puede completar el dibujo del perfil de los televidentes españoles indicando que las clases bajas y medias bajas ven 234 minutos, las medias 205 y las altas únicamente 172 minutos diarios. Y desde los sexos: los hombres 198 minutos y las mujeres 234 minutos.

FACTORES QUE DETERMINAN LA PROGRAMACIÓN



¿Sabías que...?

 ¿Sabías que según las reglas del consumo los realitys centrados en la temática de sucesos nunca ha funcionado en la noche del viernes?. Parece que la historia de la programación indica que los ciudadanos piden a esa noche largometrajes o programas de variedades-humor.

En la programación televisiva inciden otros factores que no sólo condicionan las labores de los programadores  sino que determinan su trabajo. De esta forma su infracción es directamente ilegal o, como mínimo, conlleva resultados desastrosos. A saber: la legislación, las reglas del consumo televisivo y la imagen de la emisora.

La legislación


La actividad televisiva está sometida a diversas normativas legales europeas, estatales y autonómicas que, como no podía ser de otra manera, exigen su absoluto cumplimiento. Hagamos referencia a aquellas más visibles para los espectadores.
La programación televisiva debe cumplir las cuotas de publicidad, es decir, el tiempo máximo que se puede emitir de publicidad. Según la legislación española, las cadenas no pueden superar los doce minutos por cada hora de programación, diecisiete minutos si en ese tiempo se incluyen los espacios promocionales. Por otro lado, la televenta no puede ocupar más de tres horas al día y nunca en espacios de duración superior a los quince minutos. Algunos productos tienen prohibida o limitada su publicidad televisiva como el tabaco o los licores. Asimismo, no se pueden cortar los largometrajes en periodos inferiores a los cuarenta y cinco minutos ni patrocinar las noticias de los informativos.
Otras imposiciones legales hacen referencia a la obligación que tienen las cadenas de cobertura nacional de hacer pública su programación con once días de antelación para evitar la llamada ‘contraprogramación’ de última hora. Por último, no pueden emitirse programas, o los espacios que los promocionan, que estén recomendados para los públicos mayores de dieciocho años con anterioridad a las diez de la noche (aunque a veces esto no se lleva a raja tabla ¬¬ )


 

Reglas del consumo televisivo

Hacen referencia a la manera en que los ciudadanos organizan su vida y cómo ésta se relaciona con la televisión. Hasta se podría decir que la programación se basa esencialmente en el estudio del tiempo social. Piénsese que las reglas del consumo televisivo establecen el contenido de los programas, el ritmo narrativo de los mismos y hasta las características de los personajes. Las variables del consumo a tener en cuenta son las estaciones del año (no se programa igual en invierno que en verano), los días de la semana, las franjas horarias, etc. En otro bloque desarrollaremos estos aspectos pongamos ahora un único ejemplo: las historias de las telenovelas, especialmente indicadas para la hora de la sobremesa, no funcionan bien en los horarios nocturnos. En otras palabras: según las reglas del consumo, si se programan telenovelas por la noche, las más de las veces están abocadas al fracaso.
 

Imagen de emisora

Como globalidad puede decirse que programar televisión es establecer un proceso comunicativo entre la emisora y su público. Eso significa que el programador debe de hacer un proyecto editorial y crear una determinada imagen que individualice su posición en el conjunto de la oferta. Las televisiones han creado su propia imagen y programar en contra de ella suele ser ruinoso.
El caso del discurso navideño del Rey es curioso. Es uno de los pocos momentos en los que casi todas las emisoras programan lo mismo; sin embargo,  la audiencia de TVE 1, por lo determinante que es la imagen de la emisora, sistemáticamente supera ampliamente a la de sus competidoras en ese momento.

viernes, 21 de noviembre de 2014

¿Existen modelos de programación? ¿Puede decirse que existe una manera pública y otra privada de abordar la programación televisiva?

No lo creemos. De hecho, puede decirse que con el servicio televisivo ocurre igual que con el servicio bancario en el que el usuario apenas percibe diferencias entre el funcionamiento de la banca privada o de las cajas de ahorro públicas (o antes con los bancos públicos).
Cierto es que las administraciones públicas establecen las reglas del funcionamiento del sector televisivo e indirectamente, por tanto,  de la programación de las emisoras. Así, puede ocurrir que los poderes públicos establezcan normas de comportamiento programativo distintas para unas u otras emisoras; sin embargo, en España las normativas legales no diferencian entre emisoras y, por tanto, se aplican por igual a las cadenas de titularidad pública y a las privadas.
Lo que puede entenderse como características del modelo de programación público: planificación cultural, dieta equilibrada de los géneros ofertados, técnicas de programación simple,… responden a periodos pretéritos de historia de la televisión. De hecho, en el pasado se aplicaban por igual a las emisoras públicas y a las privadas. De igual manera que hoy las normas programativas contemporáneas son compartidas por igual por todo tipo de emisoras. 
El caso de la rentabilidad social que en algunos momentos deben tener las programaciones es un buen ejemplo de lo anterior. Como generalidad, las emisoras privadas, y no parece que pueda ser de otro modo, se guían por una rentabilidad económica de la empresa. Empero, en todas sus programaciones tienen que tener en cuenta la variable condicionante de la rentabilidad social: por ejemplo, la ineludible presencia en las parrillas de los carísimos programas informativos (nada ni nadie obliga a que existan) o la campañas de imagen y de anuncios promocionales sobre determinados temas sociales (violencia doméstica, drogas, etc.) son apuestas programativas que las emisoras realizan al margen de la rentabilidad económica,  pero que no pueden obviar a riesgo de que su ausencia afecte a la imagen del conjunto de la oferta.
En suma, que si repasamos las líneas maestras de los departamentos de programación, comprobaremos que éstas no se pueden diferenciar en función de la titularidad pública o privada de la cadena:
  • Cumplir la normativa legal.
  • Fijar la audiencia a la que dirigirse.
  • Evaluar el potencial comercial de los programas disponibles en cada momento.
  • Saber dónde encontrar los programas necesarios para la planificación creada, bien ordenando la realización de producciones propias, bien negociando la adquisición de los de producción ajena, sin olvidar nunca la amortización posible en futuras reemisiones.
  • Hacer la parrilla, seleccionando el horario y orden más conveniente de la emisión de programas e intentando que la combinación de esos materiales se convierta para el público en una línea de imagen propia y en un servicio identificable.
  • Participar en la venta de ese servicio al espectador y los anunciantes, produciendo en su caso los espacios autopromocionales.
  • Comprobar el perfecto ajuste del orden de emisión de los programas.
  • Evaluar los resultados de la audiencia conseguidos.